Ediciones El Grafógrafo.
No
somos otra cosa, que las batallas que llevamos a cuestas.
Papalotl
es el viaje de la búsqueda por los
caminos de la cotidianidad de un puñado de personajes que se entrelazan
bordados con la misma puntada. Es un
viaje de preguntas y correspondencia donde las cuestiones revolotean en el aire
y es preciso atraparlas para conocer su respuesta, que de alguna inexorable manera,
nos pertenecen y nosotros a ellas.
También, es una
historia de amor y deseo; amor filial donde precisamos cobijarnos para
sentirnos amados sin la necesidad de comprobar algo, sino, simplemente de ser
uno mismo y sentir el abrigo del ala materna o paterna con los ojos cerrados, y
un rotundo deseo de pertenencia y calor.
Con lenguaje sencillo a
Papalotl le emergen imágenes en
vuelo, tan hermosas como etéreas, el manejo y construcción de ellas son la maestría
de la autora - habría que buscarle entonces, las alas a Daimary para entender
la inefable lectura que le hace al viento – porque con sutil pericia traza personajes entrañables
y permea el ambiente con la constancia punzante de la sangre.
De temporalidad
presente, la obra busca en el ayer cobrar la factura del futuro; son los deseos
impresos en los rostros de Cata y Concha que buscan con un afán inquebrantable
encontrar los rastros para ir en contra de una orfandad conocida, pero la batalla
y lucha son consigo mismas frente al espejo de sus antepasados.
Papalotl
es una historia que danza con las palabras en el juego eterno de la búsqueda y
el encuentro, la obra goza de una cadencia lenta y minuciosa donde los giros
son esperados como el anciano en calma que observa el cielo.
La obra es mutación, y
al igual que el personaje de Cata, la
cazadora de mariposas de juego profesional,
Daimary captura el instante preciso entre dejar de ser para llegar a
ser, son cambios y despedidas. Pautas de un intercambio de vida, de soltar y
abrazar, de dejar y tomar. En esta ocasión, todo se ve en pares y la autora
crea imágenes nítidas y profundas que son reconocidos por cualquier corazón
galopante en el campo de la vida, y de
la muerte. He ahí la presencia de la
universalidad en pareja.
La correspondencia, es
esa fuerza a la que sin reparo, le pertenecemos. Y el ser humano le pertenece
al mundo, como el mundo al universo y el universo al vuelo de la mariposa. Este
trazo en espiral, es un signo en movimiento, es palabra y perfección, orden y
destino, que traza el camino de la estrella fortuna al nacer.
Daimary entreteje
sinuosamente la historia, espacio, personajes, acciones… donde uno no es válido sin el otro y
viceversa, nuevamente la cualidad equidistante entre el uso de un recurso y
otro; con precisión, medida y cadencia, la belleza -de imágenes y palabras-
resulta ser un arma de doble filo, porque tanto duele como encanta, mientras se
lee, mientras se vive. Es una vereda y el infinito deseo de cruzarla que a su
vez, se equipara a un perenne temor por hacerlo. Es entonces que la poesía se
ha hecho teatro.
Papalotl,
es una obra con entrañas y los que tenemos la fortuna de conocer a Daimary,
sabemos del viaje de la entrega y compromiso con sus ideas y fundamentos. Elementos
que la conforman como un extraordinario ser humano, fraguado en luz e
intelecto.
Chantal Torres.
5 enero 2013.
Con toda la musedad de ser Euterpe.