Debajo del arcoiris te escondes,
Te escondes.
Te escondes y puedo verte.
Tocando las puntas de tus dedos con indecisión.
Debajo, detrás...
(Eres como el amor que se escondió tras el rosal,
La locura lo dejó ciego jugando a las escondidas.)
Nosotros ya no jugamos,
aun así no lo puedes ver,
no hay cuenta hasta cien.
No hay escondites.
Sólo lugares comunes,
que son los únicos que se conservan en el camino.
Con toda la musedad de ser Euterpe.
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes...Y sin embargo era apenas el principio.Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé!, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
lunes, enero 16, 2006
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